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¿Que diferencia existe entre la angustia y la ansiedad?

Muchas personas acuden a terapia psicológica por motivos de ansiedad. Alegan tener cierta angustia y la caracterizan con palabras como: agitación, descontrol, falta de paz, nerviosismo… Sin embargo, a duras penas es fácil definir con términos generales lo que caracteriza cada uno de estos dos conceptos y entender su carácter adaptativo y funcional en nuestro día a día. 


La ansiedad forma parte de nuestras vidas desde mucho tiempo atrás: en concreto, en algunas ocasiones se considera una respuesta adaptativa. Para los psicólogos y psicólogas, la ansiedad es un concepto clave para abordar con nuestros pacientes y uno de los motivos más frecuentes de consulta. 


La ansiedad es un estado emocional que nos hace sentir agitados, inquietos y suele percibirse como amenazante y displacentera. Normalmente, la siguen un conjunto de síntomas físicos: tensión muscular, sequedad de boca, respiración acelerada… Por lo que la ansiedad se manifiesta de forma física y psíquica, alterando gran parte de nuestro organismo y la mayoría de veces (sobretodo cuando se acude a un psicólogo a pedir ayuda) sin una amenaza racional o real: más bien es una emoción generada ante unas expectativas creadas por nuestra percepción del contexto (amenazador). 


Ante esa descripción, ¿Cómo se puede diferenciar la angustia de la ansiedad? 

A lo largo de la historia, diferenciar estos conceptos junto con otros, como por ejemplo, el concepto de estrés, no ha sido una tarea fácil. Se puede decir que la angustia tiende a asociarse, generalmente, a manifestaciones más físicas y orgánicas. Se muestra con una sintomatología que implica la limitación del movimiento, generando una dificultad de reacción ante ciertos estímulos e impidiendo el hecho de actuar libremente (tal y como la persona quiere o desearía). 


La angustia se entiende también como una emoción, pero podríamos considerarla más frecuente que la ansiedad: puede ser funcional (hablando en términos adaptativos) o no. Por ejemplo, dependiendo de la intensidad y la duración puede que sea útil incluso para sobrepasar situaciones que implican cierto grado de activación. Pero ojo: cuando la angustia aparece de forma casi permanente o sostenida en el tiempo puede ser contraproducente y generar malestar. 


Desde Pensaments, tratamos con frecuencia problemas relacionados con ansiedad, angustia y estrés, y consideramos fundamental un buen abordaje de estas manifestaciones siempre que no sean adaptativas para incrementar el buen funcionamiento de nuestra salud mental y física.


BIBLIOGRAFIA: 

Ayuso, J. L. (1988). Trastornos de angustia. Barcelona: Ediciones Martínez Roca. Basowitz, H., Persky, H., ​​​​​​​